jueves, 6 de enero de 2011

Esta es la hora del Dragón

Y un trozo de cielo, tan pequeño como apenas se pueda comprar en Pequeño Barrio Obrero, entra por la ventana de mi habitación. Y me enseña un paraiso tan lejano...toda una incongruecia en el paisaje habitual que me rodea.
La sensación de que me falta algo aparece, conformada por olores e imágenes, de la lluvia entre los lirios y la galga entre los brezos. La eterna urbanita no quiere estar aquí y añora recoger leña  húmeda entre los brazos desnudos  y tender sábanas blancas bajo el frío cielo. El sonido del viento oscuro en la noche, entre los pinos vivos, cada cual con sus propias voces y el crujido de las ramas sobre el tejado, sobre mi cama, sobre mi sueño.

Procuro no ver, procuro no mirar,lo que no puedo tener. Nada más fácil al atardecer, al fin y al cabo, en esta hora, los dragones no pueden ver.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario